A
medida que la enfermedad progresa, la persona con Alzheimer puede tener
alucinaciones. Durante una alucinación la persona ve, escucha, huele, saborea o siente
algo que no es verdadero. Por ejemplo, la persona puede ver a su madre
muerta en el cuarto. También puede tener delirios
Las
alucinaciones son falsas percepciones que pueden estar causadas por diversos
trastornos o enfermedades, como distintos tipos de demencia o patologías
psiquiátricas. En el caso de la enfermedad de
Alzheimer, si se dan, lo más habitual es que sean de tipo visual o auditivo y
aparezcan en fases avanzadas.
No necesariamente suponen un problema pero,
en el caso de que sí, es importante actuar con calma y tratar de tranquilizar a
la persona si las alucinaciones le generan ansiedad o agitación. Es
recomendable consultar con el médico ante la aparición de alucinaciones en
alguien que nunca las había experimentado, o si se agudizaran mucho, para poder
evaluar particularmente la situación.
Cuando la persona con Alzheimer experimenta
una alucinación puede reaccionar a algo que está viendo u oyendo y que nosotros
no podemos constatar, porque solo está en su imaginación. Esta
experiencia puede desencadenar emociones o reacciones positivas o negativas. Por
ejemplo, mirando por la ventana, puede comentar, de forma divertida y feliz lo
bien que se lo están pasando los niños jugando en la plaza, cuando no hay
ningún niño en ella. O puede responder tranquilamente como si estuviera
manteniendo una conversación con alguien cuando nadie le está hablando. Sin embargo,
a veces, lo que esté viendo u oyendo le puede generar ansiedad porque le cause
temor, aprensión… tal vez ve bichos, oye sonidos que le asustan, o cualquier
otra cosa que le angustie.
¿Cómo actuar
cuando una persona con Alzheimer sufre una alucinación?
Algunas alucinaciones pueden ser ignoradas
por ser inofensivas y no causar ninguna agitación o incomodidad en quien las
sufre, pero otras pueden ser claramente perturbadoras. Por eso, ante
el comportamiento de una persona con Alzheimer que sugiere que está teniendo
una alucinación, lo primero es evaluar si la experiencia representa un problema
para la persona que la padece o para las de su alrededor. Para
eso, hay que considerar si la alucinación le angustia, si le asusta, si le
impulsa a actuar de forma que pueda suponer algún riesgo para su seguridad o la
de otros (salir corriendo, saltar, lanzar cosas, tratar de pelear…).
Si la alucinación le provoca reacciones de
ese tipo se debe procurar calmarle, de
forma pausada, explicándole que estamos ahí para ayudarle y protegerle y que
entendemos que esté asustado o angustiado, pero sin discutirle lo que está
viendo o tratando de convencerle de que lo que ve u oye es falso, porque,
probablemente, eso aún generará más inquietud en ambos. Recordemos
que para él o ella, la experiencia es “muy real”. Puede ayudar
más decirle que, aunque nosotros no vemos u oímos lo mismo que él o ella
(puesto que es importante no engañarle ni alimentar su imaginación)
queremos saber qué es lo que está experimentando. Si lo puede expresar y le
prestamos atención, nos será útil para ver si se repite el mismo contenido en
otras ocasiones y podemos encontrar formas de minimizar que se repita. O, por
ejemplo, si la visualización está limitada a un espacio concreto (p.ej., el
comedor), acompañar a la persona a otra estancia puede contribuir a que se
tranquilice.
También puede ayudar darle suaves palmaditas
en el brazo o provocar pequeños sonidos (unas palmadas, un chasquido con la
lengua, poner música que le atraiga…) para atraer su atención y
desviarla de la alucinación.
A veces, las alucinaciones pueden venir desencadenadas por percepciones
erróneas de objetos o situaciones. Por eso, es importante prestar atención al entorno y
modificarlo en la medida en que sea posible para
minimizar esta posibilidad: sonidos que puedan ser malinterpretados, como el de
un electrodoméstico o ruidos de la calle, estancias mal iluminadas con espacios
sombríos, reflejos, etc. Si la alucinación no provoca ninguna reacción
emocional negativa ni ninguna conducta de riesgo, no es necesario actuar.
Desde
la RLC te recomendamos hablar con el médico que esta tratando a la persona con
Alzheimer y tener en cuenta los siguientes consejos:
1.
Tranquiliza a la persona
§ Háblale con calma, y de
una manera que puedan apoyarse mutuamente. Es suficiente un simple “No te
preocupes. Estoy aquí.” “Yo te cuido y te protejo”.
§ Acariciarlo o darle palmaditas
suaves puede desviar su atención hacia ti y reducir la alucinación
§ Intenta averiguar el motivo
que desencadena la alucinación para poder saber que decirle.
2.
Usa métodos de distracción
§ Sugiere dar un paseo o
cambiar de habitación, A menudo algunas alucinaciones desaparecen en zonas bien
iluminadas donde otras personas están presentes.
§ Trata de desviar su atención
con música, hablándole o simplemente realizando alguna actividad que disfruten
juntos.
3.
Modifica su entorno
· Comprueba si hay
sonidos que pueden ser mal interpretados por la persona con Alzheimer, como el
ruido por ejemplo de un televisor, del aire acondicionado, una olla, el ventilador…
· Busca las zonas
donde la iluminación proyecte sombras, reflejos o distorsiones en el suelo,
paredes y/o muebles. Enciende las luces para reducir estas sombras.
· Tapa los espejos
con un paño o quítalos, si la persona con Alzheimer piensa que está buscando a
alguien.
Recuerda
cuidador que desde la RLC de apoyamos y acompañamos en tu labor.
Un
abrazo cuidador de:
Mgtr, Juan Carlos Fernández Díaz
Director General de RLC
juancfernandez@rlcuidadores.net
ser cuidador es un acto responsable de amor
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