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¿Qué Rol Juegan los Cuidadores en el Avance del Ecosistema de Cuidado en América Latina?


La tarea de cuidar en América Latina es un tema complejo, profundamente arraigado en dinámicas sociales históricas y con una evolución reciente en la esfera gubernamental. 

La visión de la situación que tenemos desde la Red Latinoamericana de Cuidadores - RLC y la Comunidad Latinoamericana de Profesionales del Sector Sociosanitario - CLAPS, basados en la experiencia y conocimiento es la siguiente:

Visión de la Sociedad:

En la mayoría de las sociedades latinoamericanas, el cuidado ha sido tradicionalmente percibido y organizado bajo un modelo "familiar y feminizado". Esto significa que:

  1. Responsabilidad Familiar: La principal carga del cuidado de personas dependientes (de niños, personas mayores, enfermos o con discapacidad) recae sobre las familias, más que sobre el Estado o la sociedad.

  2. Feminización del Cuidado: Dentro del ecosistema del cuidado en la región, son abrumadoramente las mujeres quienes asumen estas tareas, tanto de forma remunerada (como trabajadoras en domicilio) como, y en su gran mayoría, de forma no remunerada. Esto se debe a una fuerte división sexual del trabajo y a roles de género arraigados que naturalizan el cuidado como una "obligación" o característica "natural" de las mujeres.

  3. Invisibilización y Desvalorización: El trabajo de cuidado no remunerado es a menudo invisible, no contabilizado en las economías nacionales y, por lo tanto, subvalorado socialmente. Esto genera una "crisis de los cuidados", donde las mujeres subsidian los sistemas de seguridad social y protección social con su tiempo, calidad de vida y salud, limitando su autonomía económica y participación en el mercado laboral.

  4. Percepción del Cuidado: Se puede percibir el cuidado de tres maneras principales: como una "obligación" (naturalizada y feminizada), como una "profesión" (para quienes acceden a ella, que a menudo son mujeres en condiciones precarias), o como una "ayuda o voluntariado" (basada en la reciprocidad comunitaria e interpersonal).

Sin embargo, hay una creciente conciencia y debate público sobre la necesidad de "socializar" el cuidado y reconocerlo como un derecho humano y un pilar fundamental para la sostenibilidad de la vida y las democracias. Esta nueva percepción busca desvincular el cuidado de la relación asalariada formal y promover un sistema integral.

Visión de los Gobiernos y el Estado:

Si bien la región ha avanzado, el rol de los gobiernos en el ecosistema del cuidado en América Latina aún está en desarrollo, con distintos grados de progreso entre países.

  1. Modelo Residual o Fragmentado: Históricamente, la intervención estatal en el cuidado ha sido residual, enfocándose en poblaciones muy específicas (ej. primera infancia en pobreza, adultos mayores en extrema vulnerabilidad) o a través de programas fragmentados.

  2. Emergencia de Sistemas Integrales de Cuidado: En los últimos años, ha habido un impulso significativo hacia la construcción de Sistemas Nacionales Integrales de Cuidado (SNIC). Estos buscan:

    • Reconocer, Reducir y Redistribuir el trabajo de cuidado.

    • Establecer el cuidado como un derecho humano, tanto para quien lo recibe como para quien lo provee.

    • Promover la corresponsabilidad entre el Estado, el mercado, la comunidad y las familias, así como entre hombres y mujeres.

    • Articular un conjunto de políticas que incluyen servicios públicos de cuidado (centros diurnos, atención domiciliaria), licencias parentales, y formación para cuidadores.

  3. Países Pioneros y Desafíos: Uruguay es un país pionero con su Sistema Nacional Integrado de Cuidados establecido en 2015. Otros países como Colombia, Chile, Argentina, México, Costa Rica y Panamá también están avanzando con leyes y políticas específicas, aunque con distintos niveles de implementación y cobertura.

    • Financiamiento: Uno de los mayores desafíos es el financiamiento sostenible de estos sistemas, que requiere inversiones públicas significativas.

    • Calidad y Cobertura: Asegurar la calidad y universalidad de los servicios es un reto, especialmente en contextos de desigualdad socioeconómica.

    • Formalización Laboral: La necesidad de formalizar y dignificar el trabajo de los cuidadores remunerados, es un punto clave en la agenda.

    • Envejecimiento Poblacional: El acelerado envejecimiento de la población en la región presiona para la creación de sistemas de cuidados de larga duración, lo que representa un desafío adicional.

  4. Enfoque de Género y Derechos Humanos: Las políticas más progresistas adoptan una perspectiva de género, interseccionalidad y derechos humanos, buscando revertir las desigualdades y garantizar la autonomía de las mujeres. Organismos como la CEPAL y ONU Mujeres son voces clave en la promoción de esta visión.

En síntesis, tanto la sociedad como los gobiernos en América Latina están en un proceso de transición y redefinición de la tarea de cuidar. Se busca pasar de un modelo familiar y feminizado, a uno que reconozca el cuidado como un derecho, una responsabilidad social compartida y un motor de desarrollo con equidad de género. Sin embargo, persisten grandes desafíos en su implementación y en el cambio de las arraigadas percepciones culturales. 

No podemos pasar por alto que la responsabilidad de los cuidadores en América Latina es crucial para transformar la percepción social del ecosistema del cuidado. Recordemos que históricamente en la región, el cuidado ha sido una labor invisibilizada, mayoritariamente asumida por mujeres y a menudo sin remuneración ni reconocimiento. Para cambiar esta narrativa, los cuidadores desempeñan un papel fundamental de varias maneras:

Visibilización y Reivindicación

  • Dar voz a sus experiencias: Compartir sus historias y desafíos es esencial para que la sociedad comprenda la complejidad y el valor de su trabajo. Esto puede hacerse a través de testimonios, participación en foros públicos o colaboración con organizaciones que promuevan los derechos de los cuidadores.

  • Destacar el valor económico y social: Los cuidadores deben ayudar a evidenciar que el cuidado no es solo un acto de amor o una responsabilidad familiar, sino un pilar fundamental de la economía y el bienestar social. Al hacerlo, contribuyen a la demanda de políticas que reconozcan su labor, como la formalización laboral y el acceso a seguridad social.

  • Fomentar la profesionalización: La búsqueda de capacitación y certificación en el cuidado eleva la calidad del servicio y la percepción pública de la ocupación, demostrando que es un campo que requiere habilidades y conocimientos específicos.


Promoción de la Corresponsabilidad

  • Desafiar estereotipos de género: Al impulsar una mayor participación de los hombres en las tareas de cuidado y al abogar por la redistribución equitativa de las responsabilidades dentro de los hogares, los cuidadores pueden contribuir a romper con la idea de que el cuidado es exclusivamente femenino.

  • Abogar por políticas públicas integrales: Colaborar con la sociedad civil, las organizaciones y los gobiernos para el diseño e implementación de sistemas integrales de cuidado que involucren al Estado, al mercado, a las comunidades y a las familias. Esto incluye licencias parentales, servicios de cuidado accesibles y de calidad, y apoyo a cuidadores no remunerados.

Autocuidado y Bienestar

  • Priorizar el autocuidado: Al demostrar que el bienestar del cuidador es tan importante como el de la persona cuidada, se envía un mensaje poderoso sobre la necesidad de apoyo y recursos para evitar el agotamiento físico y emocional.

  • Construir redes de apoyo: La creación y participación en comunidades de cuidadores permite compartir experiencias, encontrar soluciones conjuntas y reducir el aislamiento, mostrando la importancia de la solidaridad y el apoyo mutuo.

La responsabilidad de los cuidadores es ser agentes de cambio, no solo en la vida de quienes atienden, sino también en la construcción de una sociedad latinoamericana que valore, reconozca y respalde el cuidado como un derecho humano y una función social esencial.

En los próximos 5 años será crucial para la evolución del ecosistema del cuidado en América Latina, marcado por una combinación de desafíos persistentes y avances prometedores. La región se encuentra en una fase de transición, buscando pasar de un modelo de cuidado predominantemente familiar y feminizado a uno más socializado y corresponsable.

1. Aumento de la Demanda de Cuidados y Envejecimiento Poblacional:

La demanda de cuidados continuará creciendo significativamente, impulsada principalmente por el acelerado envejecimiento de la población. Se proyecta un aumento considerable en la demanda de cuidado para personas mayores, desafiando la capacidad de provisión basada únicamente en la familia.

Esto ejercerá una presión aún mayor sobre los sistemas de salud y protección social, y sobre las familias, especialmente las mujeres, si no se implementan soluciones integrales.

2. Consolidación de los Sistemas Integrales de Cuidado (SIC), pero con Avances Desiguales:

Más países latinoamericanos avanzarán en el diseño e implementación de Sistemas Nacionales Integrales de Cuidado (SIC), siguiendo el ejemplo de pioneros como Uruguay. Habrá un mayor reconocimiento del cuidado como un derecho humano y una obligación del Estado. Sin embargo, la velocidad y profundidad de estos avances serán desiguales entre los países, dependiendo de la voluntad política, la capacidad fiscal y la presión social.

Se verán más leyes, programas y políticas que busquen reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidado, promoviendo la corresponsabilidad entre el Estado, el mercado, la comunidad y las familias.

3. Desafíos Financieros y Sostenibilidad:

El financiamiento de los SIC será uno de los mayores obstáculos. La implementación de servicios universales y de calidad requiere inversiones públicas sustanciales, y la región enfrenta limitaciones fiscales. La discusión sobre cómo asegurar recursos suficientes y sostenibles será central.

Es probable que se exploren diversas fuentes de financiamiento, incluyendo presupuestos con enfoque de género y mecanismos específicos, pero la cobertura universal y de alta calidad podría tardar más en consolidarse en muchos lugares.

4. Profesionalización y Formalización del Trabajo de Cuidado:

Habrá un esfuerzo creciente por profesionalizar los oficios asociados al cuidado y formalizar el trabajo de las cuidadoras remuneradas, muchas de las cuales son en condiciones precarias.

Esto buscará mejorar las condiciones laborales, salarios y acceso a la seguridad social para estas trabajadoras, aunque la resistencia a la formalización y la persistencia de la informalidad seguirán siendo desafíos importantes.

5. Mayor Énfasis en la Corresponsabilidad de Género:

La agenda feminista y de igualdad de género continuará impulsando la necesidad de redistribuir las tareas de cuidado entre hombres y mujeres dentro de los hogares. Se buscará liberar el tiempo de las mujeres para que puedan desarrollarse en otros ámbitos.

Es probable que se promuevan más licencias parentales y arreglos de trabajo flexibles, pero el cambio cultural en la participación masculina en el cuidado será un proceso gradual.

6. Diversificación de Servicios y Modalidades de Cuidado:

Para responder a la creciente demanda, se extenderán las redes de cuidado, incluyendo centros diurnos, servicios a domicilio y residencias de largo plazo. También se explorarán nuevas modalidades laborales, como el teletrabajo, para facilitar la conciliación.

La tecnología jugará un papel creciente en la gestión y provisión de cuidados, mejorando la eficiencia y el acceso, aunque su implementación requerirá inversión y capacitación.

7. Persistencia de Desigualdades y Brechas:

A pesar de los avances, las desigualdades socioeconómicas y geográficas seguirán impactando el acceso a cuidados de calidad. Las guarderías y servicios de cuidado de alto nivel podrían seguir siendo un privilegio para las familias de mayores ingresos, mientras que las poblaciones rurales o vulnerables enfrentarán mayores barreras.

Los sistemas de cuidado deberán ser diseñados con un enfoque interseccional para abordar las necesidades específicas de grupos como personas indígenas, afrodescendientes, con discapacidad o en situación de pobreza.

El futuro inmediato en América Latina será una etapa de profunda transformación en la organización social del cuidado. Se espera un avance significativo en el reconocimiento del cuidado como un derecho y una responsabilidad colectiva, con la consolidación de marcos legales y el inicio de la implementación de sistemas integrales. Sin embargo, esta visión es realista en el sentido de que los desafíos financieros, la persistencia de roles de género tradicionales y las profundas desigualdades sociales seguirán siendo obstáculos importantes que requerirán un esfuerzo sostenido y coordinado de todos los actores.

Acciones que el Cuidador Puede Tomar para Mejorar su Situación

Para mejorar su bienestar y, por ende, la calidad del cuidado, los cuidadores deben implementar diversas acciones en su día a día. Estas se enfocan en el autocuidado, la búsqueda de apoyo y la gestión de las responsabilidades.

Autocuidado y Bienestar Personal

  • Establecer Rutinas de Autocuidado: Dedicar tiempo regular, aunque sean unos minutos al día, a actividades que disfrute y le relajen. Esto puede ser leer, escuchar música, meditar, caminar o practicar un pasatiempo. Es vital ver el autocuidado no como un lujo, sino como una necesidad.

  • Priorizar el Descanso y la Alimentación: Asegurarse de dormir lo suficiente siempre que sea posible y mantener una dieta equilibrada. La falta de sueño y una mala alimentación impactan directamente su energía y estado de ánimo.

  • Mantener la Actividad Física: Realizar alguna forma de ejercicio, adaptada a sus posibilidades, puede mejorar significativamente tu estado físico y mental, ayudando a liberar tensiones y reducir el estrés.

Búsqueda y Aceptación de Apoyo

  • Comunicar sus Necesidades: Hablar abierta y honestamente con familiares y amigos sobre lo que necesita. Muchas veces, las personas cercanas quieren ayudar pero no saben cómo. Ser específico con tus peticiones.

  • Unirse a Grupos de Apoyo: Conectarte con otros cuidadores que atraviesan situaciones similares puede ser increíblemente reconfortante. Compartir experiencias, consejos y sentimientos reduce la sensación de aislamiento y te hace sentir comprendido.

  • Considerar Ayuda Profesional: Si se sientes abrumado por la tristeza, la ansiedad o el estrés, buscar el apoyo de un terapeuta o consejero puede proporcionarte herramientas y estrategias para manejar tus emociones y la situación.

  • Explorar Recursos Comunitarios: Investigar si en su localidad existen programas, servicios o centros que ofrezcan apoyo a cuidadores, como respiro familiar, transporte o asistencia para tareas específicas.

Gestión de Tareas y Responsabilidades

  • Delegar Tareas: Identificar qué responsabilidades pueden ser compartidas o delegadas a otros miembros de la familia, amigos o incluso profesionales. No tiene que hacerlo todo él solo.

  • Organizar y Planificar: Utilizar agendas, calendarios o aplicaciones para organizar las citas médicas, medicamentos y otras tareas. Una buena planificación puede reducir el estrés y la sensación de caos.

  • Establecer Límites Claros: Aprender a decir "no" cuando sea necesario y establece límites saludables con respecto a tus responsabilidades. Esto le ayudará a proteger tu tiempo y energía.

  • Formarse Continuamente: Aprender más sobre la condición de la persona que se cuida y sobre técnicas de cuidado puede aumentar su confianza y eficiencia, reduciendo la incertidumbre y el estrés.


Implementar estas acciones no solo contribuirá al bienestar personal del cuidador, le permitirá ser un cuidador más eficaz y sostenible a largo plazo y hará visible la importancia y necesidad de su trabajo. 

En los próximos años la responsabilidad del cuidador será fundamental para que su situación mejore dentro del ecosistema del cuidado en América Latina. Aunque el cambio sistémico requiere políticas públicas robustas y un compromiso social, los cuidadores tienen la capacidad de ser agentes activos en la transformación de su propia realidad, impulsando una mayor visibilidad, reconocimiento y apoyo.

1. Visibilización y Articulación: Es crucial que los cuidadores tomen la iniciativa de hacerse visibles. Esto implica compartir sus experiencias, desafíos y necesidades, no solo en sus círculos cercanos, sino también en plataformas comunitarias, redes sociales y organizaciones. La creación o fortalecimiento de redes de cuidadores es vital, ya que la unión les permite articular demandas comunes, compartir información y apoyarse mutuamente, rompiendo el aislamiento que a menudo acompaña su labor. Al alzar sus voces colectivamente, pueden influir en la agenda pública y presionar por el reconocimiento de su trabajo.

2. Profesionalización y Capacitación: Los cuidadores pueden asumir la responsabilidad de buscar capacitación y formación en el cuidado. Esto no solo mejora la calidad de la atención que brindan, sino que también dignifica su rol y les otorga herramientas para negociar mejores condiciones laborales si son remunerados. La profesionalización contribuye a que el cuidado sea visto como una ocupación especializada y no solo como una tarea "natural" o de caridad.

3. Abogacía por sus Derechos: Participar activamente en la abogacía por sus derechos es una responsabilidad clave. Esto incluye informarse sobre las leyes y políticas existentes o en discusión relacionadas con el cuidado en su país, y sumarse a iniciativas que promuevan la formalización laboral, el acceso a seguridad social, licencias adecuadas y servicios de respiro. Al ser parte de este movimiento, los cuidadores contribuyen a la presión necesaria para que los gobiernos prioricen la inversión en sistemas de cuidado.

4. Promoción del Autocuidado y Gestión del Bienestar: Si bien las condiciones son a menudo extenuantes, el cuidador tiene la responsabilidad de priorizar su propio autocuidado en la medida de lo posible. Esto implica establecer límites, buscar momentos de descanso, delegar tareas cuando sea factible y solicitar apoyo psicológico si lo necesitan. Al demostrar la importancia de su bienestar, no solo mejoran su calidad de vida, sino que también envían un mensaje a la sociedad sobre la necesidad de cuidar a quienes cuidan.

5. Fomento de la Corresponsabilidad Familiar y Social: Los cuidadores pueden liderar el cambio en los hogares promoviendo la corresponsabilidad en las tareas de cuidado, buscando que otros miembros de la familia, incluyendo a los hombres, asuman un rol más activo. A nivel comunitario, pueden participar en iniciativas que promuevan el cuidado compartido y la creación de redes de apoyo locales, desafiando la feminización histórica del cuidado.

En síntesis, aunque el contexto es desafiante, la responsabilidad proactiva de los cuidadores en el futuro inmediato, a través de la visibilización, profesionalización, abogacía, autocuidado y fomento de la corresponsabilidad, será un motor indispensable para mejorar su situación y co-construir un ecosistema de cuidado más equitativo y justo en América Latina.

¡CUIDADOR, cambio está en tus manos!

No esperes pasivamente que otros cambien tus circunstancias. Es momento de que asumas la iniciativa y tomes las riendas para mejorar tus condiciones personales, laborales, salariales, familiares y tu desarrollo como persona integral. Empieza por identificar qué puedes hacer hoy para avanzar, ya sea buscando apoyo, capacitándote, estableciendo límites o visibilizando tu valioso trabajo. Tu esfuerzo proactivo es la clave para dignificar tu rol y construir un futuro mejor para ti.

Lograr que el ecosistema del cuidado en América Latina sea verdaderamente efectivo e inclusivo, y que mejore la calidad de vida de todos, es una responsabilidad integral y compartida. No recae solo en una persona o sector, sino en cada uno de nosotros: gobiernos, sociedad civil, familias y por supuesto, los propios cuidadores. Al unirnos en este propósito, construimos un futuro donde el cuidado es un derecho y un pilar fundamental para el bienestar de nuestra región.


Autor: MCs Juan Carlos Fernández Díaz: Presidente de la Comunidad Latinoamericana de Profesionales Sociosanitarios - CLAPS, Director General de la Red Latinoamericana de Cuidadores RLC. 


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